Cuentos cortos

Cuentos cortos

 

CUENTOS CORTOS 

de Anthony de Mello

 

 

Felicidad

 

    Decía un anciano que sólo se había quejado una vez en toda su vida.

    Cuando iba con los pies descalzos y no tenía dinero para comprar zapatos.

    Entonces vio a un hombre feliz que no tenía pies.

    Y nunca volvió a quejarse.

 

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El poder del miedo

 

    La Peste se dirigía a Damasco y pasó velozmente junto a la tienda del jefe de una caravana en el desierto.

        - ¿Adónde vas con tanta prisa? - le preguntó el jefe.

        - A Damasco. Pienso cobrarme un millar de vidas

    De regreso de Damasco, la Peste pasó de nuevo junto a la caravana. Entonces le dijo el jefe:

        - ¡Ya sé que te has cobrado 50.000 vidas, no el millar que habías dicho!

        - No - le respondió la Peste. - Yo sólo me he cobrado mil vidas. El resto se las ha llevado el Miedo

 

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La mayoría de las veces, los defectos que vemos en los demás son nuestros propios defectos

 

        - Perdone, profesor - dijo el tímido estudiante - pero no he sido capaz de descifrar lo que me escribió usted al margen, en mi último examen…

        - Le decía que escriba usted de un modo más legible - le replicó el profesor

 

 

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Nuestros enemigos no son los que nos odian,sino aquellos a quienes nosotros odiamos

 

    Un ex-convicto de un campo de concentración nazi fue a visitar a un amigo que había compartido con él tan penosa experiencia.

        - ¿Has olvidado ya a los nazis?- le preguntó a su amigo

        - Si- dijo este.

        - Pues yo no. Aún sigo odiándolos con toda mi alma

    Su amigo le dijo apaciblemente:

        - Entonces, aún siguen teniéndote prisionero

 

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Los muros que nos aprisionan, son mentales, no reales

 

    Un oso recorría constantemente, arriba y abajo, los seis metros de largo de la jaula.

    Cuando, al cabo de cinco años, quitaron la jaula, el oso siguió recorriendo arriba y abajo los mismos seis metros, como si aún estuviera en la jaula.

    …Y lo estaba… para él...

 

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Diógenes

 

    Estaba el filósofo Diógenes cenando lentejas cuando le vio el filósofo Aristipo, que vivía confortablemente a base de adular al rey. Y le dijo Aristipo:

    - Si aprendieras a ser sumiso al rey, no tendrías que comer esa basura de lentejas

    A lo que replicó Diógenes:

        - Si hubieras tú aprendido a comer lentejas, no tendrías que adular al rey

 

 

Anthony de Mello