Un buey llamado hermoso

UN BUEY LLAMADO HERMOSO

 

 

    En India, hace muchos siglos, nació un tierno becerro. Fue adquirido por Amir, un hombre rico, que lo llamó Hermoso. 

    Lo atendía adecuadamente y lo alimentaba con lo mejor. Cuando Hermoso se convirtió en un buey grande y potente, pensaba con gratitud:

 

        - Mi amo me dio todo. Me gustaría agradecer su ayuda.

 

    Así que un día le propuso:

 

    - Mi señor. Busque a algún ganadero orgulloso de sus animales. Dígale que puedo tirar de cien carros cargados al máximo.

 

    Amir aceptó y visitó a un mercader:

 

        - Mis bueyes son los más fuertes. -comentó éste

 

        - No. El mío puede tirar de cien carros cargados - respondió Amir.

 

     Apostaron mil monedas de oro y fijaron un día para la prueba.

     El mercader amarró cien carros llenos de arena para volverlos más pesados. 

    Cuando comenzó la prueba, Amir se subió al primero, y no resistió el deseo de darse importancia ante quienes lo veían.

     Hizo sonar su látigo y le gritó a Hermoso:

 

        - Avanza, animal tonto.

 

    Hermoso pensó:

 

    - Nunca he hecho nada malo y mi amo me insulta.

 

    Hermoso permaneció fijo en el lugar y se resistió a tirar. El mercader rió y pidió el pago de las monedas. 

    Cuando volvieron a casa, Hermoso le preguntó a Amir:

 

        - ¿Por qué estás tan triste?

 

        - Perdí mucho dinero por ti.

 

        - Me diste con el látigo, y me llamaste tonto. Dime, ¿en toda mi vida rompí algo, o te causé algún perjuicio? - preguntó Hermoso.

 

        - No - respondió el amo.

 

        - Entonces ¿por qué me ofendiste? La culpa no es mía, sino tuya, pero como me da pena verte así, acude con el mercader y apuesta de nuevo, que sean dos mil monedas. Eso sí, usa conmigo sólo las palabras que merezco.

 

    El mercader aceptó pensando que volvería a ganar. Todo estuvo listo para la nueva prueba. Cuando Hermoso tenía que tirar de los carros, Amir le tocó la cabeza con una flor de loto y le pidió:

 

        - Hermoso, ¿podrías hacerme el favor de mover estos cien carros?

 

    Hermoso obedeció de inmediato y con gran facilidad los desplazó. Incrédulo, el mercader pagó las dos mil monedas de oro. 

    Quienes presenciaron la sorprendente muestra de su fuerza llenaron al buey de mimos y obsequios.

    Pero más que el dinero, Amir apreció la lección de humildad y respeto que había recibido de Hermoso, su buey.

 

Leyenda de Bután

 

 

El respeto hacia los demás empieza por el respeto a uno mismo.

Cuando crecemos como personas entendemos que cada ser es único y especial y somos capaces de respetarlo como tal.

 

 

 

 

 

 

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